jueves, 1 de abril de 2010

MÉXICO EN 1554


Zamora


Tiende ahora la vista, y abarcarás por entero la ciudad de México.


Alfaro

Profundos y muy sólidos debieron ser los cimientos, para que pudiesen sostener sin peligro tan inmensa y elevada mole.

Zamora

Agotada primero el agua por medio de bombas, se asentaron luego grandes piedras con mezcla, para levantar desde allí hasta esa altura las gruesas paredes que estás viendo. Todos los techos (cosa que no hallarás en otra parte), son de armaduras, por las cuáles se escurre fácilmente a la calle el agua llovediza.


Zamora

Desde las lomas hasta la ciudad (cosa que realza su mérito) hay por cualquier lado diez leguas, y aún más, de campos de regadío, bañados por las aguas de las acequias, ríos y manantiales. En ellos tienen asiento grandes ciudades de indios, como Tetzcoco, Tlacopan, Tepeaquilla, Azcapotzalco, Cuyoacán, Iztapalapan y otras muchas. De ellas son esas iglesias blanqueadas, desde las cuales se disfruta la vista de México.

Zuazo

De los campos más cercanos a la ciudad, unos son ejidos de abundantes pastos para el ganado lanar, caballar y vacuno; otros son de árboles frutales, y tan propios para cualquier cultivo, que a excepción de la viña, cuanto allí se siembra produce cosechas increíbles. En ellos hay haciendas y casas de campo, tan bellas todas y feraces, que al mismo tiempo que esparcen el ánimo, mantienen decentemente a muchas familias.


fragmentos del libro "MÉXICO EN 1554" de Francisco Cervantes de Salazar

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